martes, 13 de abril de 2010

Por la ciudad y sus espacios

Hoy he decidido abrir el libro de Medellín en un capítulo que muchos leen a diario, pero por los afanes de llegar al trabajo o por tratar de conseguir botas para lustrar, no se detienen para hacer una lectura del colorido que lo enmarca; que tiene algo para contar mañana, tarde y noche; y que aunque se escribe desde 1844, es imposible predecir cuándo se terminarán de imprimir las últimas líneas de los párrafos que ahora despiertan mi interés.
Desde un bus de Floresta Estadio 240 observo el resplandor de la mañana gris por la lluvia de ayer; pero un haz de luz se cuela entre las nubes y se riega por la avenida Oriental. Son las 8:00 de la mañana y cuando llego al Centro Comercial Villanueva la luz refractada en sus vitrinas me recuerda que hasta ahí me trajo el bus; luego camino por Perú y los orines concentrados, tanto a ese costado de la Basílica como en la esquina del frente, son quienes me dan la bienvenida.
Continúo con mi marcha, y después de dejar atrás el sonido de unas coquitas con monedas, el Parque Bolívar por fin se abre para mí. Antes ya lo había hecho, pero igual al transeúnte o a la compradora en el mercado de San Alejo; jamás lo abrí con la intención de comprenderlo o, por lo menos, con la mirada de asombro que produce el descubrir algo nuevo.
El Parque Bolívar es un rectángulo en el que la Basílica Metropolitana define cual es su principio y cual es su final; lo enmarcan muchos locales, en su mayoría de comidas, algunos de tradición en el lugar y otros con la apariencia de comidas rápidas norteamericanas que han inundado la ciudad; éstos últimos remplazaron hoteles, juzgados y joyerías, que la memoria de quienes frecuentan el lugar, desde que eran jóvenes, mantienen vigentes: “…el Parque ha cambiado mucho, yo prefiero el de antes; se puede llamar nostalgia por el pasado o simplemente entender que ya se es viejo”, comenta Darío Zuluaga, un hombre de 75 años, quien junto con sus amigos visita el Parque casi todos los días, y agrega: “… venir aquí es algo que me gusta mucho; uno se encuentra con otras personas y se le pasa a uno el tiempo conversando”.
Es posible que Caracas, Perú, Ecuador y Venezuela sean calles que se hayan transformado de acuerdo con las nuevas exigencias de la sociedad de consumo; pero aunque sea importante el marco, es el cuadro, en este caso, el rectángulo quien contiene la esencia. A medida que la mañana avanza se aumenta el flujo de personas que desprevenidas pasan por allí; cada vez el trabajo de los lustrabotas aumenta, los restaurantes y demás locales comerciales abren y cierran sus cajas registradoras más seguido; y el haz de luz de la mañana, ahora se ha convertido en un sol abrasador que ilumina el escenario en donde Bolívar es el más fiel espectador.
Otros personajes del Parque son el palomero, un hombre joven que todas las mañanas cumple una cita con sus palomas; Gardel, quien evoca al dueño de este apellido, se sube a las escaleras de la estatua del Libertador y a capella deleita a los transeúntes con letras de su Carlitos; el músico, el cual sentado al lado de la fuente trata de reparar las cuerdas de su deteriorada guitarra y espera que su compañero termine para continuar con su show.
“En semana eso es lo que se ve, pero los domingos es mejor, vienen las bandas musicales y otros personajes visitan el Parque; por ejemplo, viene un man que se mete clavos por la nariz y se los saca por las orejas, y así por el estilo”, cometa Mariano Gil, vendedor de plantas, abonos y materas en el Parque Bolívar, y añade: “a eso de las cuatro de la tarde los viejitos ya se han ido y vienen otros más pelaos que les gusta la marihuanita, se sientan en las escalas de las estatua de Simón Bolívar y no sé hasta qué horas se quedan, porque cuando me voy (…a las 6:30) se les ve todavía muy cómodos”.
Mientras el sol cambia de lado mi sombra, los frondosos cauchos que acompañan al Parque desde su fundación en 1844 se mecen bruscamente para reclamar el puesto que se merecen dentro del Parque de Bolívar, que solo adquirió este nombre en 1871, y que se legitimó cuando la imponente estatua del llamado Libertador montado en su caballo fue ubicada en el corazón de este sitio en 1923.
Simón Bolívar fue, desde el siglo XIX El Libertador y desde el XX testigo de las transformaciones e historias del Parque, frente a las cuales guarda eterno silencio, pues aunque Caracas, Perú, Ecuador y Venezuela cambian vertiginosamente, continuarán siendo el marco que lo mantienen vigente.
A las 5:30, antes de abandonar el lugar, me detengo otra vez para contemplar la estatua del más testigo que Libertador y observo unas letras borrosas, marcadas en su base, que dicen: “Con los siglos crecerá nuestra gloria como crece la sombra cuando el sol declina”.

8 comentarios:

  1. Medellín es un gran cuento!

    ResponderEliminar
  2. Y con los años acaecerá nuestras peores pesadillas como los rayos de sol se cuelan entra las nubes matutinas en un dominical dia

    ResponderEliminar
  3. Así como los cuentos en las bibliotecas,
    las historias están por ahí, por la ciudad...
    esperando ser leídas, esperando ser contadas...
    ¡¡¡Un abrazo, Edwin!!!

    ***

    Anónimo,
    le temo a las pesadillas, tanto en sentido figurado como literal...
    ¡Un saludo!

    ResponderEliminar
  4. Será que algún día me podré tomar un café con la autora de este espacio y hablar de lo que aquí escribe (ya que no me gusta leer). Lo primero es verdad. Lo segundo no. Ya me dirás!!

    Apoyo el Blog!!!

    Alejandro Agudelo

    ResponderEliminar
  5. CON DEDICACIÓN Y BUENA OBSERVACIÓN, SE PUEDEN DESCRIBIR MUCHAS DE LAS INMENSAS COSAS QUE PODEMOS VER EN NUESTRA CIUDAD, FELICITACIONES SEÑORITA DUQUE ARISTIZABAL; ESTÁN GENIALES TUS PUBLICACIONES

    ResponderEliminar
  6. Alejandro, me suena lo del café...
    ¡¡¡Me cuentas!!!

    ***

    Muchas, gracias, Diego, por leer el post
    ¡Un saludo!

    ResponderEliminar
  7. Son estas historias las que llenan de vida los espacios contados!!

    Muy buen trabajo.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  8. Eli, tu relato es tan descriptivo, que me has hecho forjarme una idea de lo que voy a ver cuando visite esa gran ciudad.
    Felicitaciones.
    Beto

    ResponderEliminar

Comenta este post...