jueves, 25 de marzo de 2010

A propósito de la película de moda…

Como el fin de semana pasado estuve viendo la Alicia de Tim Burton, recordé el libro que hace rato me leí y las diversas interpretaciones que se han escrito alrededor de la historia del Lewis Carroll, entonces de gomosa me he atrevido a publicar la mía.
La mayoría de los análisis de esta obra sostiene que no es una historia para niños y niñas, sino más bien para adultos; puesto que está colmada de símbolos y metáforas que hacen referencia, por ejemplo, al problema de la identidad que poco o nada le interesa al público infantil.
Sin embargo, para los más pequeños el país absurdo del sueño de Alicia se parece mucho al suyo, donde no hay fronteras para la imaginación y la creatividad, donde la lógica se troca sin razón, donde todo es posible, donde la vida es sueño y el sueño realidad.

Los más grandes se sienten atraídos porque, según un post de formacion-docente.idoneos.com, “para el lector adulto el autor es un visionario que ha logrado representar el mundo principalmente el de fines del siglo XIX, que -como todo cambio de siglo- trajo aparejado sensaciones dispares, incoherencia, interrogantes no resueltos, miedos y ansiedades”.

Pues a mí no me dio el análisis para tanto. Esta historia me atrapa (sobre todo su primera versión escrita) particularmente porque como Alicia tengo sueños que me perturban y que me revelan situaciones confusas que no son compresibles desde la lógica o la razón y porque me gusta pensar que todo tiene un sentido y un significado más allá de lo que a simple vista parece.


Cómo es el cuento…

La versión escrita narra la historia de una niña llamada Alicia, quien por perseguir a un conejo blanco que encuentra en el bosque, cae por una profunda madriguera sobre un montón de hojas secas. En un cuarto sin salida come y bebe, se estira y se encoge y naufraga en sus propias lágrimas. Cuando sale de allí comienza sus aventuras en un mundo extraño, tomando diferentes brebajes y comiendo extraños pasteles.

Participa en el té de la liebre, conoce al gato Cheshire que aparece y desaparece, juega al Croquet con la Reina de Corazones y hasta es citada como testigo en el proceso que inicia la sota. En el momento de mayor peligro, cuando todas las barajas la acusan, se despierta.


Se podría decir que la historia es…

· Una crítica a la sociedad del siglo XIX y a la lógica del mundo moderno

Alicia, la protagonista, representa a una niña inglesa, muy educada, acostumbrada a aceptar las rarezas ajenas, mientras no atenten contra sus intereses.

El autor nos muestra un mundo donde reina el caos. Su visión, teñida de humor negro, nos presenta una vida donde seres alienados conviven sin comunicarse. Sus individualidades representan arquetipos humanos como el conejo blanco, perseguido por el reloj, atormentado por el tiempo, simboliza burlonamente al hombre que sufre de la gran enfermedad del mundo moderno, la prisa; y la Reina de Corazones, que representa al absolutismo monárquico a partir del uso indiscriminado del poder.

El ambiente es, por momentos, severo e indiferente, en otras ocasiones, absurdo y caótico. La atmósfera está imbuida de soledad y de incomunicación. Los personajes hablan pero no se comunican, no dialogan, monologan indefinidamente.
· Una analogía de la adolescencia
Alicia deja de encontrar interesante las tardes de lectura con su hermana, a causa del tedio que la cotidianidad le produce se queda dormida y tiene un extraño sueño. Así es como se devela el desinterés por el mundo infantil y, al tiempo, el rechazo a la identificación con las figuras inmediatas de la adultez – los padres y los hermanos mayores, entre otros-.
Al descender por la madriguera del conejo, Alicia está avanzando en el tiempo hacia ese momento, ya cercano, en el que ingresará en el mundo social de los mayores. Y al llegar al fondo de la madriguera, el primer dilema que se le plantea es si beber o no de ese frasco que hay encima de la mesa, si crecer o no crecer, es decir, si hacerse o no hacerse adulta.
Alicia se entrega al juego de los tamaños, pero esa metamorfosis constante la atormenta y siente que pierde su identidad: "yo era... yo soy... soy otra". Por momentos, la protagonista se torna mordaz, autoritaria y orgullosa. En otros se muestra humana. Aparece como el reflejo de la infancia mal adaptada en el mundo adulto, que busca un lugar desde donde construir su identidad.
En su viaje hacia la adultez conoce personajes que son ajenos a lo que siempre había concebido como normal, bebe pócimas y come pasteles que le hacen cambiar de tamaño y constantemente se pregunta quién es.

Duda de sí misma o, como en la película, de su muchosidad. Cambia de actitud y de estado de ánimo, así como cambia de estatura.
· Un viaje al interior del ser
Alicia, al caer por una madriguera al interior de la tierra, simbólicamente entra en sí misma. Luego aparece encerrada en una habitación con muchas puertas, pero ninguna le permite salir, hasta que encuentra una muy pequeña (podría ser la puerta al inconsciente) que se presenta como única opción para dejar ese claustrofóbico lugar.

Convencida de querer entrar en el jardín que alcanza a ver por la pequeña puerta toma una poción (deseo) que la pone de un tamaño apto para pasar por ella, pero olvida la llave que la abre (la voluntad); vuelve a crecer para recuperarla pero se da cuenta que otra vez no cabe, comienza a llorar y al mismo tiempo a achicarse hasta que se encuentra nadando en sus propias lágrimas (confrontación en la que se encuentra consigo misma al resistirse a entrar en sí por temor a lo que descubra).

Alicia, cuando consigue entrar en el jardín encuentra animales con conductas humanas muy incomprensibles. De este modo, despierta en un mundo absurdo, recorre ambientes de misteriosa organización, capta su propia insuficiencia (falta de muchosidad), examina distintas posibilidades en la búsqueda de soluciones, participa en un juicio y realiza monólogos interiores, proceso muy similar a lo que se experimenta en un psicoanálisis.

Además, la niña se encuentra en su camino a una oruga azul (un animal que también se transforma) con quien sostiene una interesante conversación. Además, la oruga, le ofrece un hongo, el cual, al ser ingerido, de un lado la hace crecer y del otro, menguar. Aquí, se podría pensar que este episodio tiene que ver con el uso de alucinógenos como potenciadores de la manifestación del inconsciente o simplemente del analista que ayuda a develar y a hilar los acontecimientos sin aparente conexión

También está Cheshire, el gato que sigue a Alicia y tiene el don de aparecer y desaparecer a su voluntad. Sin embargo, no pienso que sea ajeno a la protagonista de la historia, tal vez pueda interpretarse como la voz de su conciencia o el superyó, según el psicoanálisis.

Con plena aceptación de que las interpretaciones expuestas no hacen parte de un análisis profundo de la obra, lo único que me atrevería a asegurar es que Alicia en el país de las maravillas es la precursora de vanguardias artísticas de finales del siglo XIX donde el hombre presiente que todos sus valores están en crisis y se atreve a explorar nuevas dimensiones donde la sinrazón ha invadido todos los ámbitos, puesto que la lógica no es suficiente para comprender la esencia del ser humano.

2 comentarios:

  1. Eli, no he visto la nueva versión de la película, sin embargo, con los referentes que tengo de la anterior considero muy acertada tu publicación, buen punto eso del viaje al interior del ser.

    con esto también quiero decirte que espero que ese viaje que iniciaste al interior de tu ser sea fructifero para tu vida.

    Te quiero Mucho!
    ...Paulina...

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