martes, 13 de enero de 2015

Gracias totales



En diferentes periodos de la vida, especialmente a partir de la adolescencia, una comienza a reprocharles un montón de cosas a los padres que el tiempo y las experiencias finalmente te reconcilian con ellas. Porque son aspectos que negamos de nuestra propia esencia, pero que cuando aceptamos podemos sacarle el mayor provecho para los proyectos personales. Después de eso, viene una sensación de gratitud inmensa porque a pesar de las diferencias entre esos seres que nos han acompañado y nos acompañarán gran parte de nuestra vida, nos damos cuenta que fueron los mejores padres que podríamos haber tenido.

Esta reflexión me surgió hoy cuando, por la prensa, me enteré de un concurso de belleza infantil en Santander denominado Miss Tanguita. Al ver las imágenes y leer el artículo sólo tengo palabras de agradecimiento con mi mamá y mi papá porque me enseñaron a leer a los 5 años, porque a los 6 me entraron a clases de natación, me regalaron mis primeros patines y me enseñaron a montar en bici, porque a los 8 me regalaron El Principito, porque me dejaban jugar en la calle, porque me ayudaban a hacer las tareas, porque me llevaban a cine y porque no teníamos televisión. 

También recuerdo que mi mamá nos hacía a mi hermana y a mí unas trenzas hermosas para que no nos pegaran los piojos en el colegio y que también nos dejaba jugar con su maquillaje y con sus tacones, pero siempre como una aventura más. Debo agradecer que nunca nos impusieran la belleza como el principio de la vida de la mujer. ¡Gracias totales!

martes, 6 de enero de 2015

El polo a tierra de una volátil



Una foto publicada por Eli (@eliduquea) el

No me interesa en absoluto una vida convencional, las relaciones tradicionales ni un empleo común. Me fastidian las etiquetas y los imperativos sociales los cuales, si me descuido, terminaría por imponérmelos yo misma. Siento interés por varias cosas al mismo tiempo y aunque en un momento eso me acomplejaba porque la norma social dicta que para ser bueno tienes que dedicarte a una sola cosa, luego me di cuenta que mi fuente de gratificación es la variedad y eso sin contar con que ya no me importa si los demás piensan que soy buena en algo, si yo lo disfruto, con eso basta para llenarme de felicidad. 

Y pues sí, renuncié a un empleo estable porque me cuesta cumplir horarios, porque después de cuatro años no encontraba nada nuevo para aprender y porque las tardes soleadas que alcanzaba a ver desde la oficina terminaron convenciéndome de saltar de ese barco así tuviese que nadar kilómetros. A eso me dediqué, a nadar y vendí el carro y me compré una cicla… ja! sí, es cierto, eso me llena de una secreta satisfacción que hasta hoy me atrevo a confesar. 

Obviamente, empecé a mover más mi cuerpo y mi mente, eso hizo que mi salud mejorara considerablemente y las lumbalgias que me atormentaron por casi cuatro años prácticamente desaparecieron. Las relaciones tormentosas también las dejé atrás, como ya dije no puedo con el control y esas cadenas aunque me costaron un poco más también las rompí. Con estas decisiones noté que mi vida fue fluyendo y mágicamente apareció una buena manera de solucionar los asuntos económicos propios de este mundo terrenal al que tanto me ha costado adaptarme. 

Aprendí que lo mío es el agua y el aire, el fuego arde en mi corazón a través del amor que me inspiran los animales, las plantas y algunos humanos y, como es evidente que necesito un polo a tierra, encontré en el cultivo de plantas una forma, muy a mi manera, de echar raíces.